martes, 24 de abril de 2012

ANTE LAS RABIETAS 

IGNORAR ES MÁS DIFÍCIL DE LO QUE SE CREE

La irritación no constituye sólo una afección cutánea. También es lo que muchos padres experimentan cuando sus hijos hacen toda clase de cosas molestas, ofensivas o decepcionantes. Cuando se nos irrita la piel, con frecuencia nos frotamos o rascamos la zona afectada. Hacerlo no la cura; de hecho, a menudo empeora las cosas. Pero sí proporciona un leve alivio temporal. Cuando nuestros hijos nos irritan, nos ‘rascamos’ declarando de alguna forma nuestro disgusto, o tal vez simplemente ponemos los ojos en blanco o negamos con la cabeza para revelarlas de un modo no verbal a los niños que no estamos satisfechos.

En respuesta a esa irritación producida por los niños, trate de ignorarles. Son las conductas molestas pero inofensivas, como gimoteos, interrupciones y berrinches, las que usted debería esforzarse por ignorar. Sin embargo, ignorar la conducta molesta de un niño es muy difícil. Resulta irónico que ignorar algo es más difícil que hacerlo. Pero ignorar implica gran cantidad de esfuerzo y aptitudes de la inteligencia emocional.

Antes de ser capaz de ignorar, prepárese para el alto grado de autocontrol que requiere. Tendrá que centrarse en su objetivo, aprender a mantenerse tranquilo cuando descubra que se está irritando, y a estar preparado para lo que probablemente sucederá después. Cuando se ignora una conducta, el niño inicialmente intensifica dicha conducta inapropiada antes de que cese por fin. Esa reacción tiene que ver con una conducta aprendida normal, y no se trata de una conspiración por parte del niño para volverle a usted loco/a. Cuando usted, por poner un ejemplo, acciona la llave de encendido de un coche espera que se ponga en marcha. Si no lo hace, usted acciona de nuevo la llave, y una vez más, y durante más rato, y más aún, y empieza a accionar el cebador. Si usted hace algo y espera que suceda otra cosa pero no es así, intensificará la conducta inicial. Pensará: ‘Esto funcionó antes, de modo que debería volver a funcionar’. Los niños piensan de la misma forma. Si usted ignora un berrinche, el niño sabe que con eso ha captado anteriormente su atención y asume que lo hará una vez más. Cuando usted no responde, el niño chilla aún más, y más alto y durante más tiempo, hasta que al fin o bien se detiene porque comprende que no funciona, o bien intenta otra cosa, como arrojarle algo a usted, que no puede ser ignorada porque ya no es inofensiva.



ESTALLIDOS DEL TEMPERAMENTO

Casi todos los bebés tienen estallidos temperamentales, entre 1 y 3 años de edad. Han adquirido sentido de sus propios deseos e individualidad. Cuando son frustrados, lo saben y se enojan. Sin embargo, por lo común, no atacan al padre que ha interferido con ellos. Tal vez el mayor le resulte demasiado importante y grande. Además, si instinto de pelea aún no está bien desarrollado.

Cuando el sentimiento de ira bulle dentro de ellos, no se les ocurre nada mejor que arrojarlo al suelo, junto con ellos mismos. Se tiran al piso gritando, y golpean con las manos y los pies, y quizá, con la cabeza.

·     Un berrinche de tanto en tanto, no significa nada; están relacionados con ciertas frustraciones.

·     Si ocurren con regularidad, varias veces por día, podría significar que el niño está demasiado cansado o tiene alguna perturbación física crónica.

Las pataletas frecuentes, se deben, a menudo, al hecho de que los padres no han adquirido la habilidad de manejar al niño con tacto.  Existen varias preguntas a formular:

·     ¿Tiene el niño bastantes oportunidades de jugar, con libertad, al aire libre, en un sitio donde los padres no deben estar pendientes de él, y donde haya objetos que puedan arrastrar y de los que pueda tirar, o a los cuales treparse ?

·     Dentro de la casa ¿Tiene suficientes juguetes y objetos domésticos, con los cuales jugar, está la casa acondicionada como para que los padres no deban prohibirle tocar cosas?

·     ¿Los padres lo inducen, sin advertirlo a armar alboroto, diciéndole que se coloque la camisa, en lugar de ponérsela sin hacer comentarios, preguntándole si desea ir al baño, en vez de llevarlo allí ?

·     Cuando es necesario interrumpir su juego, para ir a comer, ¿lo frustran en forma directa, o atraen su atención sobre ello como algo agradable?

·     Cuando los padres ven que la tormenta se acerca, ¿lo enfrentan de modo directo, con severidad, o lo distraen con alguna otra cosa?

No se pueden eludir todos los berrinches. Los padres no serían normales si tuvieran tanta paciencia y tanto taco. Cuando el escándalo se desata usted trata de tomarlo a la ligera y de ayudar a superarlo. Por cierto, usted no cede con debilidad y deja que el niño se salga con la suya; de otro modo, provocaría berrinches con frecuencia, adrede. Usted no discute con él, porque no está en condiciones de percibir lo equivocado de su conducta. Si usted se enoja, sólo lo impulsa a empecinarse en su posición. Dele una posibilidad de salida elegante. Un niño se apacigua con rapidez, si los padres se retiran y continúan con sus propias ocupaciones, de modo llano, como si ni pudieran ser molestados. Otro, más decidido y orgulloso, se empecina gritando y agitándose, durante una hora, hasta que sus padres hacen un gesto amistoso. Podrían aparecer con alguna sugerencia para hacer algo divertido, y un mimo, para demostrar que desean terminar con el alboroto, tan pronto como  haya pasado lo peor

Que una niña arme un escándalo en la calle, resulta embarazoso. Tómela con una sonrisa, si puede forzarse a ello, y llévela a un sitio tranquilo, donde ambos puedan serenarse en privado.

Las rachas de contener el aliento, durante las cuales un niño puede tornarse azul e, inclusive, perder la conciencia por unos instantes, pueden ser una expresión de temperamento. Para los padres, resultan alarmantes, pero deben aprender a manipularlas con sensatez, tal como en el tema anterior, con el propósito de impedir que el niño lo utilice en forma deliberada, cada vez más.






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